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Aún recuerdo bien cuando, hace ahora ocho años, publiqué un post en Facebook que decía más o menos así:«¿Alguien quiere participar en un nuevo proyecto?«. Fue en la noche de Nochevieja (qué no hace uno para ahorrarse una fiesta de fin de año), pero a pesar de ello, mucha gente contestó. Y en ese momento la suerte estaba echada….

Todavía era la era de los blogs…

En aquel momento, la idea era crear un blog multiautor (sí, los blogs aún estaban de moda) en el que se pudiera reflexionar sobre el papel de la tecnología y la economía en el desarrollo de la sociedad, teniendo en cuenta diferentes puntos de vista procedentes de expertos, técnicos, profesores universitarios e investigadores pertenecientes a las más variadas disciplinas.

Hasta el abejorro puede volar

Hoy sí hablaríamos de transformación digital, pero entonces aún no se llamaba así. Aunque ese era ya el significado. Yo y muchos otros sentíamos la necesidad de un espacio donde poder desarrollar una reflexión seria sobre la dimensión transformadora de lo digital en el mundo. Una reflexión que no estuviera atada a los tiempos candentes impuestos por una información cada vez más hit and run, que no estuviera condicionada por la ansiedad de la analítica y el tráfico, que no viviera a la sombra del click-baiting. Que no tuviera que responder a patrocinadores y estrictas lógicas comerciales y que nos permitiera opinar sin tener que preocuparnos demasiado por caer bien o mal. Éramos soñadores, y lo seguimos siendo. En resumen: no es exactamente lo mejor si quieres hacer de ello un negocio. Un poco como el abejorro de Einstein (que en realidad no parece ser de Einstein): algo que parecía que no podía volar. Sin embargo, desafiando las leyes de la física o -al igual que en el caso del abejorro de Einstein- en virtud de que a veces la física es más compleja de lo que creemos saber interpretarla, Tech Economy lleva volando felizmente desde 2012.

Es hora de cambiar

Muchos se han dado cuenta de la peculiaridad de un instrumento que no persigue al mercado, sino que trata de reflexionar sobre él. Muchos con el tiempo se han acercado a un proyecto que ha crecido con ellos y que gracias a ellos se ha renovado y sigue renovándose (algunos, hay que reconocerlo, no lo han entendido. Pero tranquilos que lo superaremos). A estas alturas, Tech Economy es bien conocida. Tiene un público objetivo extraordinariamente amplio, si nos fijamos en los temas que trata y en cómo los trata. Es apreciada porque -entre otras cosas- no tenemos pelos en la lengua ni amigos a los que defender a priori. En resumen: es una máquina muy especial, y está bien rodada. ¿Y qué se hace con una máquina rodada? No sé tú, pero nosotros desde luego no hacemos lo obvio: es decir, engrasarla bien y mantenerla así. De hecho, la cambiamos. Sí, has leído bien. No le damos un cambio de imagen, no lo repintamos. Lo cambiamos por completo. Empezando por el nombre.

Ten cuidado de no equivocarte en la pregunta

¿Por qué cambiarlo todo? Porque pensamos que la Economía de la Tecnología, tal y como la concebíamos, ya no es básicamente necesaria. Hace ocho años, iniciamos nuestro debate conjunto sobre el papel y el significado de la tecnología como herramienta para transformar la sociedad. Ocho años después, son muchos los que se hacen esta pregunta. Y nos aburre. Nos aburrimos porque pensamos que una parte importante del mundo de la información, de la investigación, de la sociedad, corre hoy el riesgo de equivocarse de pregunta. Un riesgo que corre cada vez que se pregunta si la inteligencia artificial crea o destruye empleo, cada vez que se pregunta si el big data es una herramienta para entender la sociedad o para controlarla, cada vez que se pregunta si las redes sociales crean nuevas soledades o desarrollan nuevos modos relacionales. Cada vez, en definitiva, que se pregunta si la tecnología es buena o mala para nosotros.

Porque de lo que se trata -hoy por hoy- no puede seguir siendo de intentar comprender si la tecnología es buena o mala para nosotros. No podemos limitarnos a un papel de espectadores del desarrollo de una tecnología experimentada en sus evoluciones como si no dependiera (también) de nosotros. No podemos, en definitiva, limitarnos a pensar que tenemos que sufrir los resultados de unas elecciones que, al fin y al cabo, nosotros mismos co-determinamos.

Cuando nos preguntamos si la tecnología es buena o mala para nosotros, nos equivocamos de pregunta.

No preguntemos «si», sino «cómo».

Para nosotros, hoy, la pregunta correcta no es si la tecnología es buena o mala para nosotros, sino cómo debe utilizarse para apoyar un modelo de desarrollo tecnológico que no solo sea bueno, sino que se convierta en instrumental para el desarrollo de un mundo mejor. No debemos preguntarnos si el big data es una buena idea, sino cómo utilizarlo para que sea útil. No debemos preguntarnos si blockchain es una solución o un problema, sino cómo aprovecharlo para que tenga un impacto positivo. No debemos preguntarnos si los robots eliminarán puestos de trabajo, sino cómo organizarnos para que creen una ventaja para las empresas y los trabajadores. En resumen: la diferencia entre Taylor y Ford no está en la tecnología, sino en el modelo de sociedad al que miraron quienes la implantaron. Observemos atentamente la evolución de la tecnología, interceptemos y discutamos los riesgos, ¡pero esforcémonos por explotar los beneficios!

¿Qué camino tomar?

¿La tecnología como herramienta para construir un mundo mejor? Es fácil decirlo, pero ¿qué significa concretamente un mundo mejor? De nuevo, antes de perdernos en reflexiones abstractas, tenemos el camino, y se llama sostenibilidad. La tecnología debe convertirse en una herramienta útil para construir un mundo sostenible. La sostenibilidad medioambiental, económica y social no son principios abstractos: son partes de un sistema complejo e interconectado que debe ser la meta a la que apuntar cuando nos preguntamos qué bien puede aportarnos la transformación digital. Transformación digital que debe convertirse, precisamente, en una herramienta para la sostenibilidad.

La sostenibilidad …es un tema de «agenda» (hoy)

Desde hace casi una década, una parte importante de mi trabajo se desarrolla en la otra punta del mundo, donde para Naciones Unidas trabajo analizando los impactos de la transformación digital en la sostenibilidad urbana. Un trabajo tan alejado de lo que se hace en Italia que nunca me he sentido tentado, a este lado del océano, a hablar mucho de ello. Hoy, sin embargo, algo está cambiando por fin. El tema de la sostenibilidad se está convirtiendo en central también en nuestro país, y por fin estamos empezando a pensar en la sostenibilidad de una manera verdaderamente integral. O eso esperamos. Y hacerlo significa tener la Agenda 2030 como faro. Un faro que conocemos gracias a la excelente labor de realidades que incluso en nuestro país se preocupan por difundir su cultura (una de ellas esAsvis), pero que aún así sólo corre el riesgo de iluminar a quienes ya saben dónde mirar. Aunque las palabras de Ursula Von der Leyen den esperanzas de que las cosas están destinadas a cambiar pronto.

Un nuevo camino

Y con esto llegamos a nosotros. ¿Hacia dónde se dirige Tech Economy? Tech Economy quiere aportar su contribución a este camino centrando totalmente su acción en cuestiones relacionadas con la sostenibilidad, en el marco de los objetivos de la Agenda 2030.

Estamos convencidos de que hoy en día es un verdadero deber social de quienes se dedican a la tecnología y la transformación digital dedicar toda la atención posible a esta cuestión. Y para hacerlo de la manera correcta, queremos empezar con las preguntas correctas (o con las que consideramos que son las preguntas correctas):

  • ¿Cómo puede utilizarse la transformación digital como palanca para la sostenibilidad?
  • ¿Cómo podemos utilizar la tecnología como herramienta para mejorar nuestra sociedad, nuestro medio ambiente, nuestra economía?
  • ¿Qué opciones deben apoyarse para hacer de la tecnología un aliado en este viaje?

Solo desde esta perspectiva podrá la sociedad entender cómo explotar positivamente las palancas de la tecnología y lo digital. Solo así -y refiriéndonos a un marco «elevado», que es el de la Agenda2030- podremos orientar las opciones políticas correctas sobre las cuestiones más dispares que toca la tecnología: de la información a la economía colaborativa, de la sociedad de plataformas al 5g, de la privacidad al papel de las redes sociales, del impuesto web a las fake news. Y aquí estamos con lo que es mucho más que un restyling.

Economía tecnológica 2030

Las actividades de Tech Economy ‘convergen’ hacia el Instituto de Transformación Digital, porque estamos convencidos de que la actividad investigadora es esencial en este momento histórico y de que dar a conocer lo que está ocurriendo es un elemento fundamental para ganar el reto del cambio que se está produciendo. El Instituto de Transformación Digital, que ya cuenta con tres años de vida, se convertirá en el «motor» de nuestro cambio, a partir de un proyecto editorial que toma de Tech Economy las personas, ideas y experiencias acumuladas durante muchos años y las proyecta hacia un nuevo objetivo: mirar la tecnología como una herramienta para la sostenibilidad. Y hacerlo -y no es poco- tratando de romper la barrera de las competencias, de la desconfianza mutua, de los modelos no siempre compartidos entre quienes se ocupan de la sostenibilidad y quienes se ocupan de lo digital. Estamos convencidos de que estos dos mundos, para funcionar, deben tocarse más de lo que lo han hecho hasta ahora.

Queremos comprometernos a aportar nuestra contribución en esta dirección.

¿Y ahora qué?

Lo que hemos dicho que queremos hacer, por ahora, de cinco maneras:

  1. Retirar la Economía Tecnológica tal y como la hemos vivido durante tantos años para construir la nueva Economía Tecnológica 2030, que esperamos que disfrutéis tanto y más que su anciano progenitor;
  2. Publicando un manifiesto que -en su esencialidad- pretende ser nuestra referencia y guía en la construcción de este nuevo proyecto;
  3. Desarrollando una investigación sobre el papel de la tecnología como herramienta de sostenibilidad destinada a identificar un conjunto de indicadores concretos;
  4. Trabajando en un gran evento sobre tecnología para la sostenibilidad (que no significa tecnología sostenible) que estamos planeando para 2020;
  5. Publicar un libro sobre el tema. Dentro de un año (sí, lo reconozco: he añadido este para intentar obligarme a cerrar los borradores, que llevan demasiado tiempo aparcados).

Y así, sin demasiados sentimentalismos (aunque no ocultaré que hay mucha emoción) gracias a todos los que han leído, escrito, apoyado, criticado, odiado y amado nuestra Tech Economy. Gracias a todos los que nos han ayudado a hacerla crecer y nos han llevado a verla convertida hoy en algo nuevo y diferente. Y, esperamos, aún más emocionante.

Gracias a Tech Economy. Y adiós. Bienvenidos a Tech Economy 2030.

ESCRITO POR Stefano Epifani

©2025 Fondazione per la sostenibilità digitale

Tech Economy 2030 è una testata giornalistica registrata. Registrazione al tribunale di Roma nr. 147 del 20 Luglio 2021

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