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Hacia un nuevo modelo energético europeo

En el centro de la agenda política europea desde hace muchos años se encuentra una visión que pretende crear un sistema productivo y energético sostenible, justo y resistente. Se trata de una meta ambiciosa, tanto políticamente como en su aplicación, que tiene objetivos precisos: contener el aumento de la temperatura global, reducir la dependencia energética de los combustibles fósiles y promover un crecimiento industrial compatible con los límites del planeta.

Es en este contexto en el que la Unión Europea ha dado lugar a dos marcos estratégicos y normativos: el Green Deal europeo, lanzado en 2019 por la Comisión Europea dirigida por Ursula von der Leyen; y el paquete legislativo «Fit for 55«, lanzado en 2021, como traducción normativa de los objetivos estratégicos promovidos por el Green Deal, con acciones y objetivos específicos a alcanzar en 2030 para salvaguardar el medio ambiente. Se trata de dos pasos en el mismo camino, que pretende rediseñar el modelo de desarrollo del continente según los principios de sostenibilidad entrelazados con los de innovación tecnológica, pero que también se ve afectado por los reveses provocados por las crisis económicas y geopolíticas que ya están en marcha o que se vislumbran rápidamente en el horizonte.

El Pacto Verde Europeo: visión estratégica

Desde su introducción en 2019, el Green Deal ha sido un medio de transformación económica y social: no es solo una propuesta de política medioambiental, sino un plan sistémico para convertir a Europa en el primer continente de «emisiones netas cero» para 2050.

En el centro de la propuesta está lograr una disociación entre el crecimiento económico y el impacto medioambiental resultante, todo ello sustentado en una transición digital capaz de permitir nuevos modelos de producción, consumo y gobernanza.

Entre los principales ejes del Green Deal se encuentran la promoción de laeconomía circular, la descarbonización del sistema industrial, el refuerzo de la movilidad sostenible y una inversión masiva en energías renovables. Al mismo tiempo, con el Mecanismo de Transición Justa, la Unión Europea también ha optado por dotarse de un instrumento destinado a apoyar a las regiones y los sectores económicos y sociales más expuestos a los efectos de la transición, a fin de garantizar la equidad social y evitar la marginación de los ciudadanos y trabajadores más vulnerables.

Fit for 55: plasmar la transición en normas

Como se ha mencionado anteriormente, si el Green Deal es el marco estratégico, el «Fit for 55 » es en cambio el conjunto de todas aquellas medidas que representan su articulación legislativa concreta a nivel de la UE. En otras palabras, el marco legislativo en el que implementar y conformar la visión original del Green Deal. Concebido en 2021, este conjunto normativo debe su nombre al propio objetivo que persigue, a saber, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030 en comparación con los niveles de 1990, con la meta final de alcanzar la neutralidad climática en 2050.

Pero se trata de un objetivo para cuya consecución se requiere la aprobación progresiva de una serie de reglamentos cada vez más exigentes (los primeros se lanzarán en 2022 y 2023). Suponen cambios radicales para los sistemas productivos y sociales de Europa en su conjunto, que los distintos Estados miembros están llamados a aplicar a escala nacional.

Entre las aproximadamente catorce «macromedidas» contenidas en el marco normativo «Fit for 55» hay algunas que se consideran prioritarias, como: la revisión del sistema ETS (el mercado de cuotas de emisión), la ampliación del impuesto sobre el carbono en las fronteras (CBAM) para evitar el fenómeno de la fuga de carbono, la aceleración de laelectrificacióndel parque automovilístico (hasta el cese de la venta de coches de combustión interna en 2035), y luego nuevos objetivos vinculantes de eficiencia energética y fuentes renovables. A ello se añaden las normas sobre incentivos para la adopción de combustibles bajos en carbono y las relativas al desarrollo de las infraestructuras correspondientes, así como paquetes de medidas para cada sector del transporte: «ReFuelEU Aviation» para los nuevos combustibles en el sector de la aviación y el reglamento «FuelEU Maritime» para el sector marítimo.

Tecnologías digitales e industria: una alianza necesaria para la transición

La puesta en marcha del Green Deal y de Fit for 55 está obligando a una reconfiguración estructural sin precedentes del sistema productivo europeo. No se trata simplemente de mejorar el comportamiento medioambiental de las empresas, sino de replantear drásticamente toda la cadena de valor industrial a la luz de las nuevas limitaciones ecológicas, normativas y energéticas. Algunos sectores más que otros están atravesando procesos de transformación radical para la descarbonización, con retos complejos en términos de tecnologías, costes y plazos de aplicación.

En este escenario, el papel del sector de las TIC se vuelve decisivo porque las plataformas de análisis de datos, las redes inteligentes, los sistemas de automatización y los sensores medioambientales son ahora herramientas esenciales para hacer que las infraestructuras energéticas sean más inteligentes y resilientes. Además, la adopción de soluciones basadas en tecnologías blockchain y DLT para la certificación de fuentes renovables y la trazabilidad de la cadena de suministro abre nuevos horizontes tanto en términos de cumplimiento como de transparencia y compromiso de los consumidores.

Está claro que la sola influencia reguladora a nivel europeo o nacional no basta para hacer efectiva una transición tan «radical»: por eso es necesario entrelazar la transición energética con la innovación digital, donde lo digital y la sostenibilidad se retroalimentan.

En el ámbito de la transición energética en sentido estricto, tecnologías como el hidrógeno verde, la captura y almacenamiento de carbono (CCUS), la electrificación de los procesos de producción a alta temperatura y el uso de materiales de bajas emisiones representan los cimientos de la innovación industrial en una perspectiva de «emisiones cero». Sin embargo, la adopción de estas y otras soluciones también depende en gran medida del desarrollo de infraestructuras inteligentes, así como de una gestión eficiente de los datos y de un ecosistema digital competitivo.

En esta perspectiva, el sector de las TIC es un habilitador transversal de soluciones para la descarbonización industrial, ya que proporciona soluciones y herramientas que mejoran la eficiencia, permiten nuevos modelos de negocio y apoyan el seguimiento continuo de los objetivos de sostenibilidad. Algunas áreas en las que la tecnología actúa como facilitadora de soluciones de sostenibilidad son:

Análisis de datos e Inteligencia Artificial: para la optimización energética en tiempo real, la detección precoz de anomalías en los ciclos de producción y la simulación de escenarios de consumo e impacto medioambiental;

– los Gemelos Digitales : gemelos digitales para replicar virtualmente plantas industriales, prediciendo el efecto (mediante simulaciones) de cambios operativos o inversiones en infraestructuras antes de su implantación real;

Redes inteligentes e IoT: Internet de las Cosas para conectar las empresas a redes energéticas dinámicas, facilitando la flexibilidad de la carga, pero también fomentando el autoconsumo y la interacción con fuentes renovables distribuidas por la red;

– Tecnologías Blockchain y DLT: tecnologías basadas en archivos distribuidos (Distributed Ledger Technology) para certificar el origen de la energía utilizada, garantizar su trazabilidad y mejorar la transparencia a lo largo de la cadena de suministro, así como fomentar nuevas soluciones para la producción y el consumo descentralizados de energía.

Digital para la gobernanza y el cumplimiento de la normativa en los sectores de la energía y la industria

Llevar a cabo la transición energética y medioambiental según las normas deseadas por la Unión Europea no es sólo una cuestión de tecnología e inversión, sino también de gobernanza e inclusión. En la actualidad, los mecanismos de gobernanza de datos ya permiten a las empresas recopilar, interpretar y compartir información sobre el impacto medioambiental de sus productos y servicios. Al mismo tiempo, la transformación digital de las administraciones públicas y la interoperabilidad entre sistemas permitirán cada vez más un seguimiento eficaz de las políticas energéticas, mejorando así su planificación y evaluación.

Así pues, la digitalización no sólo ofrece soluciones para replantear las cadenas de producción, sino también nuevas herramientas para la gobernanza de la transición por parte de las instituciones, así como para las políticas de transparencia y cumplimiento de las empresas.

Estos aspectos son fundamentales en el cumplimiento de la normativa de la UE y en las prácticas de adopción de normas ESG tanto para las empresas energéticas como para las industriales o manufactureras. Gestionar la transición energética adaptándose a la normativa contenida en el «Fit for 55» significa, por ejemplo, adoptar soluciones TIC avanzadas para responder mejor a la nueva normativa del mercado de derechos de emisión ETS; pero también significa hacer un seguimiento de la propia cadena de suministro de importaciones desde el extranjero, ya que la entrada en vigor del CBAM (mecanismo de ajuste de las fronteras de carbono) ya no permitirá a las empresas europeas externalizar los «costes» de la transición energética.

¿Qué futuro para la transición europea?

La trayectoria que lleva del Green Deal al «Fit for 55» es un camino de gran transformación que mira al futuro con optimismo. Sin embargo, las sombras de las crisis geopolíticas y geoeconómicas se alargan sobre el continente europeo y sus opciones en materia de sostenibilidad energética e industrial, que corren el riesgo de comprometer su aplicación. Si hasta hace unos años el Pacto Verde Europeo parecía incluso representar una palanca estratégica para la política exterior europea, los conflictos entre Rusia y Ucrania y el nuevo rumbo político de Estados Unidos y China lo han puesto todo en entredicho.

El control de gran parte de la cadena de valor del sector de las energías renovables por parte de las industrias chinas ha llevado a la UE a adoptar normativas que favorecen la deslocalización de la producción de tecnologías verdes al continente europeo, en particular mediante la aprobación de la Ley de Industria Neta Cero y la Ley de Materias Primas Críticas, pero la aplicación y los efectos de estas normativas llevan mucho tiempo.

Del mismo modo, con el plan «REPowerEU», Bruselas consiguió frenar los efectos del colapso del suministro de gas procedente de Rusia tras el inicio de la crisis ucraniana, sin embargo, algunos Estados como Alemania y Polonia tuvieron que recurrir a la reapertura de viejas centrales de carbón para abastecerse de energía. Todo ello ha reforzado la preocupación de muchos por la seguridad energética, y la «transición justa» entendida como la sostenibilidad socioeconómica de tales opciones, hasta el punto de que se han revisado algunas de las medidas contenidas en el «Fit for 55».

En particular, ya se están revisando las relativas al cese de los motores endotérmicos en los automóviles de aquí a 2035 (a instancias de Italia y Alemania) y las normas sobre la mayor imposición de la energía producida a partir de combustibles fósiles, para evitar que estos «desincentivos» fiscales repercutan con demasiada dureza en el consumo de hogares y empresas en esta coyuntura económica particular.

Aunque el camino está plagado de obstáculos, también está lleno de oportunidades, que pueden convertir a Europa en líder mundial de la innovación sostenible gracias a su capacidad reguladora, industrial y tecnológica. Para lograrlo, será crucial seguir integrando las dimensiones de la digitalización y la sostenibilidad para lograr avances que hagan más eficiente, limpio y justo el cambio del sistema energético en nuestra parte del planeta. Las normas «Fit for 55» pueden requerir ajustes y plazos más largos para su plena aplicación, sin embargo, hoy en día representan el único camino posible tomado por una comunidad política tan amplia como la UE hacia los retos globales a los que todos nos enfrentamos.

Mario Melillo
ESCRITO POR Mario Melillo

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