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En un mundo cada vez más digital, cada vez más conectado, en el que los datos personales se recogen, analizan y comparten a un ritmo vertiginoso, salvaguardar y proteger esta información significa defender los derechos fundamentales de cada individuo. Es precisamente esto lo que nos recuerda, cada año, el Día de la Protección de Datos, establecido por primera vez el 28 de enero de 2006, fecha en la que se abrió a la firma el «Convenio 108», el convenio sobre protección de datos del Consejo de Europa.

Hoy, en su 19º aniversario, elObservatorio de la Fundación para la Sostenibilidad Digital presenta su informe «Privacidad y seguridad«, que revela cómo, en Italia, la conciencia general de la importancia de la protección de datos es a menudo menor que su relevancia real.

Y también poniendo de relieve cómo la pertenencia a contextos urbanos diferentes -entre grandes y pequeñas ciudades- cambia a veces de forma significativa las percepciones de los ciudadanos italianos sobre esta cuestión.

La sostenibilidad digital no puede separarse de la gestión responsable de los datos«, comentó Stefano Epifani, Presidente de la Fundación para la Sostenibilidad Digital.

«Las plataformas digitales, ahora centrales en las actividades cotidianas, dependen en gran medida de la información generada por los usuarios. Sin embargo, es crucial que el desarrollo de estas tecnologías se produzca en un marco de plena protección de la intimidad, dando a las personas el control sobre sus datos y evitando su uso indebido. En un contexto en el que ya no existe lo «real» y lo «virtual», sino a lo sumo lo «analógico» y lo «digital», y en un momento en el que una parte cada vez más importante de nuestras vidas está intermediada por plataformas digitales, es crucial que los ciudadanos sean conscientes del valor de la privacidad y que las instituciones tomen medidas para garantizar su protección«.

Privacidad en línea: ¿existe una brecha digital cultural?

25%: es el porcentaje de ciudadanos italianos que consideran esencial replantearse la privacidad en la era digital. Una cifra que refleja un grado de concienciación que todavía no es especialmente elevado en la población, sobre todo si se tiene en cuenta que un porcentaje casi similar de encuestados (24%) afirma no compartir esta necesidad.

Más concretamente, mientras que en los grandes centros un 30% de los ciudadanos considera importante redefinir el concepto de privacidad frente a un 20% que no lo considera necesario, en los centros pequeños estos porcentajes se invierten, con un 29% de los habitantes que no siente la necesidad de un cambio frente a un 19% que, en cambio, lo considera importante. Estos resultados pueden interpretarse como el efecto de la brecha digital cultural: de hecho, es en los grandes centros, más expuestos a los retos tecnológicos y a los problemas de privacidad, donde la cuestión se percibe como más urgente, mientras que en los centros pequeños parece menos relevante.

El poder de las redes sociales. Uno de cada dos italianos necesita una regulación más estricta

Pero, ¿qué opinan los ciudadanos de las redes sociales, herramientas que están cada vez más en el centro de la vida social y de las actividades cotidianas de gran parte de la población? La investigación muestra, en primer lugar, cuántos italianos creen que tienen demasiado poder para influir en el comportamiento: tres de cada cuatro entrevistados (75%) consideran que esta influencia es significativa, mientras que el 25% la considera irrelevante. De nuevo, en los grandes centros la preocupación es más evidente: el 31% de los encuestados cree aquí que los medios sociales ejercen un gran poder, frente al 15% en los centros pequeños. Las opiniones son similares entre los distintos grupos analizados, pero el grupo de los menos digitalizados y menos preocupados por las cuestiones de sostenibilidad -especialmente en los centros pequeños- muestra muy poca concienciación (sólo el 5% de ellos reconoce un gran poder a las plataformas). Este resultado parece depender de una exposición limitada a estas dinámicas, y subraya una brecha cultural en comparación con los que están más familiarizados con el uso de estas herramientas.

También son interesantes las opiniones sobre la regulación, en la que surge una situación de incertidumbre e incoherencia en los centros pequeños más que en los grandes. En general, cerca de la mitad de los encuestados coinciden en la necesidad de una regulación más estricta. Sin embargo, en los centros pequeños, el 62% de los encuestados cree que las normas internas de las plataformas son suficientes, aunque el 68% de ellos, cuando se les pregunta específicamente, pide normas más estrictas. En los grandes centros, en cambio, prevalece una opinión más coherente y consciente: el 50% de los encuestados se opone exclusivamente a la autorregulación de las plataformas, frente al 38% de los residentes en centros pequeños. En definitiva, también en este caso, la variable del contexto de residencia parece tener una fuerte influencia en el grado de atención hacia las dinámicas digitales y, en este caso concreto, hacia las implicaciones de la regulación de las redes sociales.

¿La intimidad de los demás? Importante, pero no para todos

La investigación también muestra que sólo algo menos de uno de cada cuatro italianos (24%) presta siempre mucha atención a la privacidad de los demás cuando publica contenidos en línea, mientras que el 26% dice no prestar ninguna atención. En los grandes centros, el porcentaje de los que siempre comprueban el impacto en la privacidad de los demás se eleva al 31%, descendiendo al 17% en los centros pequeños, donde el 32% de los encuestados afirma no prestar ninguna atención. Atendiendo a los distintos grupos considerados, los más escrupulosos son las personas con más conocimientos digitales y más sensibilizadas con la sostenibilidad (46% con regularidad), pero los usuarios con menos conocimientos digitales, pero sensibles a la sostenibilidad, también muestran un grado de atención significativo.

En esta dirección, el informe también dedica un amplio espacio a la cuestión de la responsabilidad de los contenidos en las redes sociales. En los grandes núcleos, más de la mitad de los entrevistados (56%) cree que la responsabilidad de los contenidos publicados en las plataformas debe recaer en los usuarios que los producen: una postura mucho más extendida que en los núcleos pequeños, donde el porcentaje desciende al 41%. Por el contrario, en las ciudades pequeñas alrededor de uno de cada cuatro ciudadanos (23%) atribuye al Estado la tarea de controlar los contenidos, mientras que en las grandes ciudades la proporción se reduce a sólo uno de cada diez (10%). Una diferencia de opiniones que pone de manifiesto cómo en los contextos urbanos más pequeños existe una mayor dependencia de las instituciones, a diferencia de lo que ocurre en los grandes núcleos donde, en virtud de una mayor alfabetización digital y conocimiento de las dinámicas online, prevalece una visión más descentralizada.

Es necesaria una cultura de la privacidad en línea

También se observan percepciones distintas en contextos territoriales diferentes si se presta atención a la relación entre privacidad y personalización de los servicios digitales. En general, el 45% de los italianos cree que la privacidad es poco o nada prescindible en comparación con la personalización, pero en los centros pequeños este porcentaje desciende al 39%. En los grandes centros, en cambio, más de la mitad de los encuestados (52%) rechaza firmemente la idea de que la personalización deba primar sobre la privacidad, señal de una mayor conciencia de los riesgos asociados a la manipulación de los datos personales.

En la era de la transformación digital, en la que una parte cada vez más importante de nuestras vidas está mediada por plataformas, la protección de la privacidad ha dejado de ser una opción para convertirse en una auténtica necesidad que exige una mayor concienciación por parte de todos.

Los resultados de la investigación muestran -neto de las diferencias existentes en los distintos contextos urbanos- cómo el camino aún es largo, y la importancia de invertir en unaalfabetización digital generalizada para concienciar a los ciudadanos de los riesgos a los que todos nos enfrentamos. En esta dirección, jornadas como la de hoy representan una oportunidad crucial para estimular una reflexión compartida sobre estas cuestiones, y sentar las bases para la construcción de una cultura de la privacidad en línea más arraigada y consciente.

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