
En los últimos años, la cuestión de la sostenibilidad medioambiental ha asumido un papel central en la agenda mundial. La necesidad -y la urgencia- es contener los efectos del cambio climático y reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Se trata de un objetivo que, para ser alcanzado, requiere el despliegue de principios y modelos con un enorme potencial, aún no plenamente expresado, que pueden dar un impulso decisivo en el camino hacia la sostenibilidad – ambiental, pero no sólo.
Y es en este contexto en el que laeconomía circular emerge como un modelo económico capaz de marcar una diferencia real en la reducción de emisiones, gracias a su capacidad para optimizar el uso de los recursos, alargar el ciclo de vida de los materiales y minimizar los residuos. Pero es gracias a la convergencia con las nuevas tecnologías digitales -del Internet de las Cosas (IoT) a la inteligencia artificial, del blockchain al big data- que el potencial de descarbonización de este paradigma puede florecer definitivamente, convirtiéndose en una realidad concreta, incisiva y escalable.
Una palanca (circular) para la descarbonización
Partir de este principio, evitar la extracción de nuevas materias primas, reducir la producción de residuos, reutilizar y regenerar productos y componentes, supone cosechar enormes beneficios en términos de sostenibilidad integral y, por tanto, no sólo desde el punto de vista medioambiental.
Esto convierte a la economía circular en un aliado estratégico, que en Italia sigue desempeñando un papel prioritario en el reto de la sostenibilidad. De hecho, como muestra la séptima edición del Informe sobre la Economía Circular en Italia, elaborado por la Red de Economía Circular, nuestro país mantiene su supremacía en términos de niveles de circularidad: en segunda posición después de los Países Bajos entre los 27 países de la UE, pero a la cabeza de la clasificación en comparación con las otras principales economías europeas (Alemania, Francia y España). Sin embargo, continúa subrayando el informe, sigue siendo necesario acelerar el aumento de la circularidad para relanzar la fabricación italiana y hacer de este modelo un pilar sobre el que construir un modelo industrial más resiliente y sostenible.
Pero eso no es todo: como ya se ha mencionado, una mayor circularidad de la economía significa reducir significativamente las emisiones generadas a lo largo de la cadena de valor industrial, y contribuir a la consecución de los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. El mismo Clean Industrial Deal presentado por la Comisión Europea señala, en esta dirección, la economía circular como una prioridad: un pilar de la estrategia industrial de la UE, con el objetivo de aumentar la tasa de circularidad hasta el 24% en 2030 desde el 11,8% actual.
Todo ello dependerá de las inversiones en tecnología, innovación y modelos de negocio que fomenten la refabricación de productos y la gestión inteligente de los recursos. El verdadero reto, sin embargo, es integrar estos procesos en los sistemas de producción existentes: un reto que hoy en día no puede separarse de la transformación digital y el desarrollo de nuevas competencias.
Por un ecosistema digital circular
De hecho, aunque la economía circular se basa en conceptos aparentemente sencillos -reducir, reutilizar, reciclar-, poner en práctica estos principios a nivel industrial y a gran escala dista mucho de ser un hecho: requiere la capacidad de supervisar, rastrear y analizar los flujos de materiales y recursos en tiempo real. Y aquí es donde las tecnologías digitales marcan realmente la diferencia.
Tomemos, entre otros, elInternetde las Cosas, que permite conectar en red dispositivos y objetos, recopilando continuamente datos sobre la ubicación, el estado y el uso de los materiales. Los sensores inteligentes instalados en la maquinaria o en el interior de los productos permiten, por ejemplo, controlar el desgaste y planificar el mantenimiento predictivo o la recuperación de componentes antes de que se conviertan en residuos: esta prolongación de la vida útil reduce la necesidad de nuevas materias primas y, por tanto, las emisiones asociadas a las actividades de extracción y producción.
La propia Inteligencia Artificial desempeña un papel crucial a la hora de dar sentido a todos los datos generados por el IoT, permitiendo optimizar procesos complejos como el reciclaje y la gestión de residuos. Los algoritmos avanzados pueden ayudar no solo a predecir la calidad de los materiales recuperados, sino también a sugerir las mejores estrategias de reutilización o refabricación, aumentando la eficiencia y reduciendo las emisiones deCO2 asociadas al procesamiento y la fabricación desde cero.
Además, blockchain ofrece un sistema transparente y seguro para rastrear todo el ciclo de vida de un producto -desde la materia prima hasta el reciclaje-, garantizando el origen y la calidad de los materiales y fomentando las economías colaborativas. En este contexto, blockchain puede facilitar la creación de mercados de materias primas secundarias y dar mayor valor a quienes invierten en sostenibilidad, incentivando comportamientos virtuosos e inversiones.
Juntas, estas tecnologías superan muchas de las limitaciones tradicionales que pueden frenar el desarrollo de este modelo, como la complejidad logística y la falta de datos fiables, permitiendo un ecosistema digital circular en el que los recursos se utilizan de forma inteligente, eficiente y sostenible. Esto ayuda a reducir las emisiones a lo largo de toda la cadena de valor: menos extracción, menos producción, menos transporte innecesario y menos residuos que eliminar.
Es necesario un enfoque innovador de la economía circular
La economía circular es, por tanto, realmente una de las soluciones más concretas disponibles para reducir las emisiones, pero la eficacia de este modelo depende, cada vez en mayor medida, de la integración de las nuevas tecnologías digitales. Y esto parecen tenerlo claro ahora algunas de las realidades más virtuosas comprometidas en este campo. Eni, por ejemplo, considera los principios de la circularidad como parte de su estrategia para hacer más sostenibles sus productos y servicios energéticos, con vistas a la protección del medio ambiente: entre los seis pilares en los que se basa su modelo circular, no es casualidad que las propias emisiones deCO2 se interpreten como un flujo de materia que hay que reducir, reutilizar, reciclar y eliminar. Todo esto, sin embargo, no sería posible para la empresa sin el apalancamiento de la investigación y la innovación tecnológica: esto significa que el replanteamiento del modelo de negocio clásico desde un punto de vista circular pasa en gran medida tanto por la investigación interna -a través de la experiencia y las tecnologías propias de Eni- como por la identificación de nuevas soluciones a través de acciones de Innovación Abierta.
Hoy en día, este planteamiento pone de manifiesto una clara realidad: innovar digitalmente significa innovar de forma sostenible, sentando las bases para el ahorro de emisiones y recursos, y acercándonos un paso más a la consecución de los objetivos climáticos mundiales. Ahora, sin embargo, es necesario un esfuerzo conjunto. El camino a seguir consiste en invertir en el desarrollo de tecnologías facilitadoras, fomentar la colaboración entre distintas entidades y crear ecosistemas digitales circulares en los que la innovación y la sostenibilidad se refuercen mutuamente. Solo así podremos construir un futuro en el que la protección del medio ambiente y el crecimiento económico puedan caminar de la mano, en condiciones de equilibrio.